domingo, 26 de enero de 2025

MARCHA NACIONAL JUVENIL A CRISTO REY

A los pies de Cristo Rey, 38 mil jóvenes de todos los estados de la República Mexicana se congregaron para participar en la LII Marcha Nacional Juvenil a Cristo Rey, bajo el lema “Que nuestras huellas nos lleven a la eternidad”.

Este evento, realizado en el emblemático Cerro del Cubilete, fue un acto de fe, unidad y compromiso con el legado cristiano.

Este año, el Cubilete se tiñó de rojo, un color cargado de simbolismo que representa la fuerza del martirio y la entrega incondicional a Cristo.

Este gesto envió un mensaje al cielo y a la Nación: el martirio no es un esfuerzo humano, sino una respuesta al llamado divino, un don de la gracia de Dios que impulsa a vivir y, si es necesario, a entregar la vida por amor a Cristo, a la Iglesia y a los demás.

Durante esta conmemoración, los jóvenes católicos enviaron un mensaje claro a México: esta tierra pertenece a Dios. En un país donde las noticias de violencia, injusticia y desigualdad son frecuentes, el cristiano no puede permanecer indiferente.

Este encuentro fue una invitación a vivir para servir, a construir un México lleno de esperanza y a actuar con amor y disposición personal hacia quienes más lo necesitan.

El evento también recordó con gratitud a generaciones pasadas que, con esfuerzo y sacrificio, sembraron en el corazón de los jóvenes el amor por Cristo y por el prójimo.

Ahora, las nuevas generaciones tienen la responsabilidad de continuar ese legado, dejando una huella imborrable en la Iglesia y en la sociedad.

Un homenaje a los mártires y testigos de fe
La LII Marcha Nacional Juvenil honró a los mártires mexicanos que, con su sangre, fertilizaron la fe en nuestro país. Se recordó especialmente a dos jóvenes que, hace 50 años, fueron asesinados por su fe, y cuyo testimonio continúa siendo un faro de luz. Asimismo, se rindió homenaje a sacerdotes y laicos que, con su fe inquebrantable, vivieron y murieron por amor a Cristo.

El rojo del Cubilete no solo simbolizó la sangre derramada por mártires, sino también la de aquellos que hoy sufren a causa de la inseguridad, la violencia y la desigualdad. Este acto de desagravio fue dedicado a todas las víctimas de la delincuencia organizada, a los migrantes, a los niños, a los adultos mayores y a todos aquellos que claman por una vida digna.

Un legado para las generaciones futuras
En este momento histórico, marcado por el centenario de la Guerra Cristera, los 500 años de las Apariciones de la Virgen de Guadalupe y los 2000 años de la Redención Cristiana, los jóvenes católicos fueron llamados a asumir su papel como protagonistas de la historia. Con fe y determinación, se comprometieron a ser testigos vivos de Cristo, siguiendo el ejemplo de los mártires y santos que han dejado un legado invaluable.

Hoy, desde el corazón de México, enviamos un mensaje al cielo y a nuestra Nación: el católico permanece firme, fiel y dispuesto al servicio de Dios y del prójimo.

Que Cristo Rey viva hoy y siempre en nuestros corazones.

La Marcha que unió generaciones
En esta edición de la marcha, Marco Adame Castillo, presidente Fundador del Movimiento Testimonio y Esperanza se sumó a la marcha para caminar con los jóvenes, presente y futuro de México y del mundo, dijo, para reconocer su generosidad y entrega, para animarlos a caminar con ardor y esperanza hasta la cima de esta bendita montaña, para pedirles que sean Fuertes, Firmes y Fieles en la lucha por construir una sociedad mas justa, mas fraterna y mas según Dios.

Durante su mensaje a los jóvenes peregrinos, agregó que fue a pedirle a Cristo Rey libertad, justicia y paz para México, “en esta hora de nuevas amenazas a la libertad y a los derechos fundamentales dentro y fuera del país; en la que la pobreza lastima a la mayoría de las familias mexicanas y la injusticia ofende a miles de víctimas; y en la que la violencia criminal sigue desgarrando con gran dolor a la sociedad mexicana”.
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